martes, 25 de noviembre de 2014

Pipí mil, pupú dos lucas

Pipí mil pupú dos lucas” es el primer largometraje al que apuestan los hermanos venezolanos Fernando y Enrique R. Bencomo. Una película con un acabado más que decente, gran calidad de sonido, una historia no lineal desarrollada a la perfección, montaje preciso y realizada con poco presupuesto.

Tres historias paralelas convergen en la película, cada una intentando demostrar parte de la idiosincrasia de la sociedad venezolana.

Por un lado tenemos a Nicolás (Luciano Tribuiani), un convicto al que le ofrecen una forma de salir de la cárcel colaborando con la policía. Con un micrófono pegado al pecho, se envuelve en una misión que no sale del todo bien. Nicolás termina involucrado en la venta de “un bebe de tres kilos”, como le llama un traficante a la cocaína, conflictos violentos con Narnia (David Alonso) y tensión constante que lo llevan a desechar su equipo de espionaje y recorrer la ruta con un narco.

En otra parte tenemos a Ana (Jimena Rimenez), una secretaria que mantiene relaciones sexuales con su jefe, casado y nuero del dueño de la empresa, y que decide sacar provecho de la situación exigiendo dinero. Cuando su amante la descubre, ella toma medidas drásticas que la llevan a huir con  un paquete "incómodo" en el baúl de su auto.

Por último, una pareja de secuestradores formada por Enrique (Juan “Mimou” Gonzalez) y Miguel (Miguel Peña), reciben el encargo de hacerse con la mujer de Diego (Cesar Perozo), quien es jefe y amante de Ana. Los criminales tienen problemas para mantener a su rehén, una mujer con experiencia en esas situaciones dado el poder y dinero de su padre.

Lo que uno se pregunta es el por qué del nombre del film. Las tres historias se presentan en forma discontinua, pero todas convergen en un mismo sitio y se relacionan en algún momento. Un lugar donde se desarrollan las tres partes de la narración es un garito de carretera donde se alquila el baño, el letrero indica: “Pipí mil, Pupú dos lucas”, haciendo referencia a lo que se debe depositar para las dichas necesidades.

Siguiendo el escrito de Robert Rodriguez “Rebeldes sin pasta”, influenciados por la violencia estilizada de Quentin Tarantino y con un estilo parecido a Breaking Bad, los hermanos Bencomo llevaron a cabo este proyecto que resultó ser una cosechadora de logros.

 

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