martes, 3 de junio de 2014

Comunicación y hado

El momento en el que te sentís un extranjero dentro del propio túnel que es tu vida, es el momento de tomar dos posiciones: la de la indiferencia y la de la acción. El personaje de “El extranjero”, de Albert Camus, opto por la primera, y el de “El túnel”, de Ernesto Sábato, por la segunda. El problema se centra en si se decidieron concientemente por esas posiciones o si sus dificultades de relacionarse y convivir con la sociedad marcaron las mismas.

La falta de comunicación y entendimiento produce un quiebre entre las personas y el entorno, definiendo así un hado desfavorable.


Para adentrarnos en lo que es el análisis de las novelas anteriormente mencionadas, vamos a destacar algo que las une. Ambos escritores escribieron influenciados por ideas existencialistas.

El existencialismo es una corriente filosófica que tiene como fundamento la libertad y total responsabilidad del individuo en su accionar, así como el postulado de Jean-Paul Sartre que dice “la existencia precede a la esencia”, lo que significa que no hay ninguna naturaleza que determine al individuo, si no que sus actos son los que lo definen quienes son y el significado de sus vidas.

Al ser obras con aspectos de la corriente existencialista, éstas tocan temas como las emociones, el significado de la vida, los actos de cada individuo en base a su personalidad, la moral y la ética y la condición de la existencia humana y las libertades y responsabilidades individuales.

La novela de Camus narra la historia de una persona incapaz de expresar sus “sentimientos”, por lo que la realidad le parece indiferente y hasta incluso absurda. En diferentes momentos de la obra, se le presentan situaciones en las que actúa de una forma que al lector vulgar sorprende. “María me pregunto si quería casarme con ella. Dije que era indiferente y que podíamos hacerlo si quería. Entonces quiso saber si la amaba. Contesté como ya lo había hecho otra vez: que no significaba nada, pero que sin duda no la amaba.”, cita extraída del texto que sirve como ejemplo.

¿Cómo puede una persona ser tan reacia al matrimonio y a las relaciones amorosas? Pensaría una persona. Pero el personaje está muy alejado de esa descripción. Él no entiende la realidad de la misma manera que nosotros.

La novela de Camus comienza diciendo “Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé.” Páginas más tarde escribe esto, “pensé que, después de todo, era un domingo de menos, que mamá estaba ahora enterrada, que iba a reanudar el trabajo y que, en resumen, nada había cambiado.” ¿Puede existir una persona que no se acuerde el día de fallecimiento de su madre? ¿Puede esa misma persona pensar que nada cambia luego de la muerte de un ser tan significativo en la vida de una persona? Por supuesto que sí.

El señor Meursault, nombre del protagonista, no debe ser considerado una persona “fría” o “desalmada”. Él no piensa ni siente de la misma manera que lo hacen las personas que formularían esas preguntas. Y eso no es un problema. Lo que si generaría un problema es que él no puede, o simplemente no quiere, comunicarse con el resto para que éstos entiendan su posición. Por ejemplo, Meursault no podía hacer entender al juez de que no creía en Dios, ya que estaba instalado en la cabeza del juez que todas las personas creían en Dios y nadie estaba ajeno a él, llegando a pensar que la vida sin la creencia en Dios carecía de sentido.

Pasemos ahora a una situación similar con el personaje de Juan Pablo Castel en El túnel. El protagonista conoce a María, la que se iba a convertir en una obsesión para él, en una  exposición de pintura donde la muchacha se queda observando fijamente la pintura que Juan Pablo había hecho.

Castel comienza a obsesionarse con esa chica que había notado su arte por lo que comienza a buscarla por la ciudad. Una vez que la conoce y comienza a relacionarse con ella, el protagonista empieza a sentir emociones de las cuales no se distingue si es amor, locura u obsesión.

Las formas de pensar de Juan Pablo difieren con la de María en todo momento. Las situaciones que él genera en su mente no se ven reflejadas en la práctica. A pesar de estar planificando todos los detalles de cómo se comportaría en el encuentro, a la hora de ejercer su plan, el protagonista falla en todo, incluso llega a tratar de forma violenta a María, que en un principio parecía ser la única persona que lo entendía.

Al perder la confianza, generada por extensos momentos de incomprensión entre ambos personajes, Juan Pablo opta por una medida totalmente extrema, decide matar a María. Luego del asesinato, Castel es enviado a un hogar psiquiátrico dado su estado de “locura”. Es increíble pensar como algo tan sencillo como la comunicación entre dos puede terminar en un acto trágico.

¿Qué ocurre con las personas que son marginadas de la sociedad por ser nosotros incapaces de entender sus métodos? Casi nunca son cosas buenas. Juan Pablo acabó en un manicomio, el señor Meursault sentenciado a muerte. La gente que se cree con facultades supremas para condenar a alguien sólo por ser diferente es a la que se debería castigar. Los verdaderos culpables no son aquellos que no quieren o pueden expresarse, sino los que no quieren ni se toman un poco de su tiempo para entenderlas.

El texto de Albert Camus toma características de una corriente de escritura dentro del existencialismo llamada “teatro del absurdo”. Éste se caracteriza por no dar las respuestas que esperamos, sino que nos deja a nosotros la interpretación y el análisis de cada una de sus obras. Habría que tomar este concepto para ampliarlo en una escala mucho mayor. Sacarlo del contexto de lo literario e insertarlo en lo cotidiano. Nunca se debe esperar una respuesta de alguien y rechazarla completamente si es de otra forma.

La palabra es un arma dedoble filo, y, por supuesto que, la comprensión entre el comunicador y el receptor lo es también. El comunicador tiene la obligación de usar las palabras que sienta correctas y no fabular, y el receptor tiene por demás la necesidad de aceptar lo que se le está comunicando, le guste o no, y no querer recibir falacias con tal de recibir las palabras con más agrado.

Si estas normas de comunicación no se cumplen, falla el entendimiento. Si el entendimiento falla dentro de una sociedad las consecuencias pueden ser inmensas.

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