jueves, 5 de abril de 2018

La historia detrás del hambre



“El hambre” de Martín Caparrós es un libro de investigación publicado en el año 2014 por Editorial Planeta que narra la problemática del hambre en el mundo  y sus consecuencias a través de testimonios de personas que sufren la escasez de alimentos, estadísticas oficiales y opiniones del autor.

El escritor argentino tardó ocho años en escribir el libro. “El hambre” es el resultado de los viajes que Caparrós realizó alrededor del mundo como corresponsal de la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Entre los países que el autor visitó se encuentran: India, Níger, Estados Unidos, Argentina, Bangladesh, Sudan del Sur y Madagascar.

La estructura del libro es simple y alienta la lectura. Está dividido en un capítulo por país, intercalado con capítulos especiales llamados “Del hambre” en el que cuenta las particularidades de este problema mundial. Además, a lo largo del texto hay secciones especiales tituladas “Palabras de la tribu”, con comentarios de gente que Caparrós fue recogiendo. Este apartado gira en torno a la pregunta ¿Cómo conseguimos vivir sabiendo que pasan estas cosas?

En el libro se describe el alimento que se come en muchos pueblos de África: la wuora. Es una bola de polenta sólida hecha con harina de mijo y agua que, por más que sea comida, no sirve para alimentar a un niño en su etapa de crecimiento. Es vivir a pan y agua. Para conseguir un testimonio al respecto, Caparrós le preguntó a una mujer de Níger: ¿Vos comés esa bola de mijo todos los días? Y la mujer le respondió: Si, bueno, todos los días que puedo.

Otro de los testimonios que el autor recoge es el de Aisha, una mujer de Níger. Caparrós le pregunto qué le pediría a un mago que concediera deseos y ella respondió que quería una vaca. Con la vaca, Aisha podría tener leche para vender y así comprar productos para hacer buñuelos, que también vendería en el mercado.

-Pero puede ser cualquier cosa-, le dijo Caparrós
-¿Dos vacas?-, respondió Aisha. Con dos sí que nunca voy a tener hambre.    

Lo que Caparrós intenta hacer con los testimonios es bajar a la realidad los datos estadísticos que brindan las entidades internacionales. Es fácil decir que es mucho que una de cada ocho personas pasa hambre, pero se vuelve relativo porque el hambre está cuidadosamente distribuida. El autor logró, con simpleza, volver reales esos números, darles un significado. Les otorgó rostros e historias, para que las estadísticas no sean abstractas.

En este recorrido personal para escribir el libro, el autor descubre las carencias más básicas del humano y trata de descubrir sus causas. Con el correr de las páginas, el lector descubre que la peor incertidumbre es no saber si vas a comer mañana, o pasado mañana. La vida de muchos gira en torno a conseguir un alimento que llevarse a la boca.

Un punto clave en el desarrollo de este libro son las contradicciones. El texto llevó al autor, y llevará a los lectores, a replantearse cuestiones que en un principio parecían verdades establecidas. Por ejemplo, todos decimos sentir hambre, incluso varias veces al día, pero esa sensación está muy lejos del hambre verdadera.

Caparrós consiguió una forma explícita de contar la cantidad de personas que mueren a causa del hambre en el mundo. “Si usted se toma el trabajo de leer este libro en ocho horas, habrán muerto de hambre unas ocho mil personas. Si usted leyó este párrafo en medio minuto, respire aliviado, porque sólo se murieron entre ocho y diez”, escribió. Con ironía, el autor te dice que no leas el libro, para no enterarte de que estas personas mueren.  

“El hambre”, como libro e investigación, es de los mejores textos que se hayan escrito. Caparrós logró un balance perfecto entre los datos, sus reflexiones y opiniones y las historias de vida. El relato te lleva a cuestionarte cosas que tal vez no hayas pensado y, en más de una ocasión, obliga a detener la lectura para recapacitar sobre lo leído.

martes, 28 de febrero de 2017

La bocanada de aire que Peñarol necesitaba



El triunfo ante Boca era más que necesario. No sólo porque de no haberse conseguido, Peñarol hubiera conseguido el peor récord de su historia (nueve derrotas consecutivas), sino porque el viernes deberá enfrentar a Quilmes en el clásico de la ciudad.

Aún es muy pronto decir que Peñarol recuperó la memoria, ya que una victoria en nueve juegos no es para nada auspicioso. Sin embargo, el “Milrayita” encontró un oasis en el desierto, o, dicho de otra manera, un extranjero que respondió de una manera formidable.

Además de Pettigrew, los pilares de la noche fueron los de siempre. Ale Diez jugó un partido para el recuerdo, condecorado con un abrazo fraternal de la infinita figura, Leo Gutiérrez, al final del encuentro. El ala pivot mostró solidez cuando se lo precisó y supo aportar los puntos necesarios ante las falencias debajo del aro de los más altos, Acuña y Torres.  

Otro factor clave que alegró la noche del lunes en el Polideportivo fue el público. Por primera vez en mucho tiempo, Peñarol volvió a convocar a más de dos mil personas, que alentaron sin cesar cuando el equipo más lo necesitaba.

Sin embargo, el plantel debe mantener los pies sobre la tierra. Los jugadores supieron responder en el partido bisagra, incluso cuando su rival se acercó a tres puntos no perdieron la cabeza como si en otros partidos, pero aún queda mucho camino por recorrer. El partido ante Quilmes, por la implicancia anímica, social y deportiva que representa, será importante para ratificar el “inicio de la remontada”, si es que se consigue.  

Como dijo Leo Gutiérrez en diálogo con el periodista Ricardo Juan, Peñarol debe volver a armar el bloque que era antes. Unidos y con un buen básquet como el de ayer, las situaciones adversas pueden revertirse y derivar en los logros a los que la gente se acostumbró hace unos años.  

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Leé la crónica del partido por Manuel Straccia para El Marplatense: Peñarol jugó un gran partido y cortó la racha en un momento clave

sábado, 10 de diciembre de 2016

Un año de Arroyo: los capítulos más importantes de su gestión



Una historia de bajas y renuncias

Uno de los hitos que marcaron negativamente la gestión de Arroyo fue la cantidad de renuncias dentro de su equipo.

El que dio el puntapié inicial fue Julio Razona, que renunció a su cargo de secretario de Seguridad tan sólo una semana después de asumir el cargo. Desde ese momento, el 17 de diciembre de 2015, la ciudad no cuenta con un referente en el área. La persona que más se acerca y es frecuentemente consultada, es el Jefe de la Policía Local, Fernando Telpuk.

La secretaría de Hacienda sufrió la renuncia de José Cano, una pieza clave en la gestión de Arroyo para “revertir la deuda municipal que dejó la antigua gestión”. El 1 de abril de 2016, Cano volvió a su banca en el Concejo Deliberante y, posteriormente, se designó a Gustavo Schroeder como titular de la secretaría, que ya había ocupado el cargo en el gobierno de Daniel Katz.

El Enosur (Ente Municipal de Obras y Servicios Urbanos) no fue una excepción, su presidente Eduardo Abud presentó su renuncia en agosto de este año. Lo mismo ocurrió con Adrián Coalli en Inspección General, en el mes de noviembre, quien fue reemplazado por Emilio Sucar Grau.

Una de las bajas más polémicas en la gestión fue la de Miguel Guzmán, que se desempeñaba como titular del Emvial (Ente de Vialidad y Alumbrado). Guzmán emprendió un viaje a San Juan con un auto oficial que no fue informado y volcó en un accidente. Ante esta situación, Arroyo le pidió la renuncia.

Si de polémica se habla, es inevitable mencionar el caso de Emiliano Giri. El Jefe de Campaña de Arroyo y posterior titular del Emtur (Ente municipal de Turismo), fue detenido el 8 de marzo, por una causa en la que fue imputado por falsificación de legajos en el Astillero Río Santiago. Si bien a finales de septiembre fue sobreseído, no volvió a ocupar un cargo público.

Para reemplazar a Giri en el Emtur, fue designado Mario Marchioli, que también fue dado de baja para la designación de Gabriela Magnoler. En nueve meses, el ente tuvo tres titulares distintos. 

Sebastián Puglisi dejó la secretaría de Cultura en marzo de este año, y Héctor Flores hizo lo propio en Desarrollo Productivo. Otros funcionarios que abandonaron el barco arroyista fueron el director del CEMA (Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias), Julio Tuseddo, y el director de Laguna de los Padres, Miguel Ángel Capilla.

El 11° Mandamiento: No ensuciarás

El intendente Arroyo aseguró fervientemente que detendrá a quienes arrojen basura a las calles de Mar del Plata. Policías de civil estarían habilitados para detener a aquellas personas que contamine el medio ambiente.

“Estoy harto de ver basura tirada, esto se tiene que acabar porque estamos matando nuestras posibilidades de futuro, no hay ningún derecho de que esto ocurra”, declaró.

El plan del Jefe Comunal fue considerado ilegal por el ministro de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, Gustavo Ferrari. El funcionario provincial aclaró que si bien arrojar basura “se podría considerar como una falta, no se puede detener si no existe un código que lo determine”.
Haciendo oídos sordos, Arroyo ratificó su decisión. “Que opinen lo que quieran”, atacó.
Por cuestiones judiciales, la idea del Intendente no pudo avanzar y jamás fue concretada. Pero sólo fue un capítulo en la relación de Arroyo con la basura, ya que considera fundamental el cuidado medioambiental.

Varios sectores criticaron la instalación de “microbasurales” en diversos puntos de la ciudad. Ante esta situación, según el Departamento de Higiene Urbana, más de 150 fueron saneados hasta el mes de octubre. Lo que sí fue postergado es el saneamiento del viejo basural, que fue previsto que comience en septiembre de este año, pero por distintos motivos aún no se ha realizado.

Además, durante la gestión se intensificaron los trabajos de concientización sobre la separación de residuos. Como ejemplo, se instalaron en los camiones de basura plotters que recuerdan los días correspondientes para sacar la basura que pueda ser reciclada.

A cuenta gotas

La relación entre Arroyo y los trabajadores municipales tuvo varios capítulos problemáticos. Pago desdoblado de sueldos, paros y nuevamente a empezar.
En marzo de 2016, a tres meses de haberse iniciado la gestión de Arroyo, el Ejecutivo propuso una recomposición salarial del 26%, retroactivo a enero y a pagarse en tres cuotas, y fue aceptado por el Sindicato.

El pago de aguinaldos en julio fue un punto clave en esta relación. Los trabajadores decretaron un paro por tiempo indeterminado ya que el Ejecutivo no pudo afrontar el pago a tiempo. Sin embargo, se dictó una conciliación obligatoria y la medida de fuerza no llegó a tomarse. El aguinaldo debía depositarse el 30 de junio, pero se terminó pagando el 20 de julio.

En agosto de 2016, el Municipio procedió al pago de sueldos de los trabajadores municipales de forma desdoblada. Ante esta situación, el Sindicato de Trabajadores Municipales convocó a una retención de tareas y una movilización hasta las puertas del Ministerio de Trabajo.
En su momento, antes de anunciar el pago en dos tramos para agosto, el secretario de Gobierno, Alejandro Vicente, aseguró que iba a haber problemas para pagar los sueldos y criticó la existencia de “presiones políticas”.

Una de las medidas que tomó el intendente en relación a los trabajadores municipales, también en el mes de agosto, fue la decisión de no otorgar horas extras, ni permitir ingresos a la planta ni pagar vacaciones no gozadas, al menos por 120 días. 

La historia se repitió en septiembre y, en este caso, se añadió la participación de la Provincia. Los empleados volvieron a realizar un paro después de que el Municipio volviera a pagar en dos tramos. María Eugenia Vidal se involucró y envío el dinero necesario para afrontar el pago.  

El capítulo más reciente tuvo lugar en diciembre, hace pocos días. No hubo acuerdo en las negociaciones paritarias, el Ejecutivo propuso un 6%, mientras que los trabajadores reclamaban un aumento del 12%. Fuertemente, el gobierno Municipal remarcó que “el mejor aumento salarial es el que podemos pagar” y que no pueden ofrecer más. El propio Arroyo dijo que “le encantaría” que los municipales cobren el doble, pero no puede afrentar esos costos.

El Ejecutivo ha calificado a las distintas medidas de fuerza como “excesivas” o “inadmisibles”. A su vez, el Secretario General del STM, Antonio Gilardi, afirmó: “El Secretario de Gobierno me tiene cansado con las expresiones que hace“.

Definitivamente, la relación Ejecutivo – Municipales es una historia que se gestó en el primer año de la gestión de Arroyo y es posible que se mantenga.

Te amo, te odio, dame más

La relación de Arroyo con la gobernadora María Eugenia Vidal no comenzó de la mejor manera. A pesar de las sesiones de fotos compartidas para la campaña, algunas decisiones políticas del Intendente local no gustaron al entorno bonaerense.

El gobierno de Arroyo siempre tuvo que afrontar problemas desde lo económico. En ese sentido, el Ejecutivo tuvo que recurrir en varias ocasiones a la Provincia para pedir dinero con el que solventar las deudas.

Han llegado a circular ciertos rumores que indicaban que Vidal le había pedido a Arroyo que renuncie. Sin embargo la relación entre ambos fue mejorando en el último tiempo.

La Gobernadora sabe que Mar del Plata es una ciudad importante y Arroyo supo recomponer la imagen que tenían de él desde la provincia. Así se anunciaron obras millonarias y programas para reactivar el puerto local.

Por parte de la Nación, también se planificaron obras para la ampliación del gasoducto de la costa y el propio Macri visitó la ciudad para inaugurar una nueva fábrica.

Arroyo supo recomponer una relación que comenzó bien durante la campaña, que tuvo algunos traspiés a lo largo de la gestión, y que ahora parece encarrilarse por buen camino. 

La coordinación del Gabinete

En el marco del programa nacional RIL (Red de Innovación Local), el PRO envió a diversos partidos funcionarios que oficiarían de “coordinadores” entre el Municipio, la Provincia y la Nación. Popularmente fueron denominados como “interventores”.

En un comienzo, el secretario de Salud, Gustavo Blanco, tuvo la tarea de coordinar el gabinete. Esto era provisorio, y desde el PRO enviaron a Agustín Cinto para realizar la tarea.

Si bien la tarea de Cinto era ser el enlace entre el Ejecutivo local con Vidal y Macri, se modificó una secretaría para que él fue el director: Desarrollo de Gestión y Tecnología pasó a llamarse Secretaría de Coordinación de Gestión y Modernización.

Uno de los puntos más criticados del trabajo de Agustín Cinto en la ciudad, fueron los incidentes que ocurrieron en la visita del presidente Mauricio Macri. El Jefe de Estado fue agredido a piedrazos mientras presentaba obras en el barrio Belisario Roldán y se culpó al Coordinador por ser el responsable de organizar el acto. Sin embargo, en su momento, Arroyo aseguró que seguiría en el cargo
.
El trabajo de Cinto finalizó el 21 de octubre, cuando presentó su renuncia a la Secretaría y decidió volver a trabajar en el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. La razón presentada fue que ya se había realizado el trabajo correspondiente y que el camino que debía tomar la ciudad ya estaba “consolidado”.

Ellas no renuncian

Entre las secretarías que más polémica causaron se destaca la de Cultura y la de Educación.

La secretaría de Educación, gestionada por Ana María Crovetto, ha sido fuertemente cuestionada por, entre otras cosas, usar 10 módulos educativos del instituto Almafuerte para cubrir 5 cargos políticos. Por este motivo, opositores del Concejo Deliberante y el Consejo Local de Promoción y Protección de los Derechos de los Niños exigieron la renuncia de Crovetto.

“Falta de diálogo” y un “rumbo incierto” de la Secretaría fue lo que algunos denunciaron. Alumnos protestaron con pancartas que rezaban “Sin bancos, ni sillas, Crovetto nos humilla”. Por el lado del oficialismo acusaron de “intencionalidades políticas” y la titular de Educación local contraatacó: “No voy a renunciar, estoy intacta, que me sigan tirando piedras”. Además, Arroyo la ratificó en el cargo y dijo que era una de sus mejores funcionarias.  

Finalmente los pedidos de renuncia cesaron y Crovetto se mantuvo en el cargo.

Por el lado de Cultura, al asumir como titular Silvana Rojas no tardaron en llover las críticas por la eliminación de los talleres barriales y la falta de pago de la deuda a los artistas y capacitadores. En sintonía con Educación, se cuestionó la “falta de diálogo” y también pidieron su renuncia.

Rojas también se plantó ante las críticas y aseguró que no iba a renunciar.

La novela continúa

Un año después, Arroyo mantiene su postura firme ante el futuro. Promete que el año que viene va a mejorar los problemas que no pudo resolver en esta gestión, a la que calificó con un “Satisfactorio”.

Ajeno a críticas y opiniones no deseadas, Carlos Fernando Arroyo incluso piensa en una reelección. “Me quedan tres años de trabajo, y después cuatro más”, aseguró.