“El hambre” de Martín
Caparrós es un libro de investigación publicado en el año 2014 por Editorial
Planeta que narra la problemática del hambre en el mundo y sus consecuencias a través de testimonios
de personas que sufren la escasez de alimentos, estadísticas oficiales y
opiniones del autor.
El escritor argentino tardó
ocho años en escribir el libro. “El hambre” es el resultado de los viajes que
Caparrós realizó alrededor del mundo como corresponsal de la ONU (Organización
de las Naciones Unidas). Entre los países que el autor visitó se encuentran:
India, Níger, Estados Unidos, Argentina, Bangladesh, Sudan del Sur y
Madagascar.
La estructura del libro es
simple y alienta la lectura. Está dividido en un capítulo por país, intercalado
con capítulos especiales llamados “Del hambre” en el que cuenta las
particularidades de este problema mundial. Además, a lo largo del texto hay
secciones especiales tituladas “Palabras de la tribu”, con comentarios de gente
que Caparrós fue recogiendo. Este apartado gira en torno a la pregunta ¿Cómo
conseguimos vivir sabiendo que pasan estas cosas?
En el libro se describe el
alimento que se come en muchos pueblos de África: la wuora. Es una bola de
polenta sólida hecha con harina de mijo y agua que, por más que sea comida, no
sirve para alimentar a un niño en su etapa de crecimiento. Es vivir a pan y
agua. Para conseguir un testimonio al respecto, Caparrós le preguntó a una
mujer de Níger: ¿Vos comés esa bola de mijo todos los días? Y la mujer le
respondió: Si, bueno, todos los días que puedo.
Otro de los testimonios que
el autor recoge es el de Aisha, una mujer de Níger. Caparrós le pregunto qué le
pediría a un mago que concediera deseos y ella respondió que quería una vaca.
Con la vaca, Aisha podría tener leche para vender y así comprar productos para
hacer buñuelos, que también vendería en el mercado.
-Pero puede ser cualquier
cosa-, le dijo Caparrós
-¿Dos vacas?-, respondió
Aisha. Con dos sí que nunca voy a tener hambre.
Lo que Caparrós intenta
hacer con los testimonios es bajar a la realidad los datos estadísticos que
brindan las entidades internacionales. Es fácil decir que es mucho que una de
cada ocho personas pasa hambre, pero se vuelve relativo porque el hambre está
cuidadosamente distribuida. El autor logró, con simpleza, volver reales esos
números, darles un significado. Les otorgó rostros e historias, para que las
estadísticas no sean abstractas.
En este recorrido personal
para escribir el libro, el autor descubre las carencias más básicas del humano
y trata de descubrir sus causas. Con el correr de las páginas, el lector
descubre que la peor incertidumbre es no saber si vas a comer mañana, o pasado
mañana. La vida de muchos gira en torno a conseguir un alimento que llevarse a
la boca.
Un punto clave en el
desarrollo de este libro son las contradicciones. El texto llevó al autor, y
llevará a los lectores, a replantearse cuestiones que en un principio parecían
verdades establecidas. Por ejemplo, todos decimos sentir hambre, incluso varias
veces al día, pero esa sensación está muy lejos del hambre verdadera.
Caparrós consiguió una forma
explícita de contar la cantidad de personas que mueren a causa del hambre en el
mundo. “Si usted se toma el trabajo de leer este libro en ocho horas, habrán
muerto de hambre unas ocho mil personas. Si usted leyó este párrafo en medio
minuto, respire aliviado, porque sólo se murieron entre ocho y diez”, escribió.
Con ironía, el autor te dice que no leas el libro, para no enterarte de que
estas personas mueren.
“El hambre”, como libro e
investigación, es de los mejores textos que se hayan escrito. Caparrós logró un
balance perfecto entre los datos, sus reflexiones y opiniones y las historias
de vida. El relato te lleva a cuestionarte cosas que tal vez no hayas pensado
y, en más de una ocasión, obliga a detener la lectura para recapacitar sobre lo
leído.
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