La opinión pública se define como el conjunto de las
opiniones de los miembros de una sociedad sobre un asunto en particular. Se
trata de un fenómeno psico-social, por lo que la cultura de una sociedad es
altamente influyente en la producción de la misma.
Sin embargo, hay un punto de influencia más importante que
la cultura o las opiniones individuales: los intereses de los medios. La
opinión pública comienza a generarse luego de que un comunicador exprese una
idea o noticia. La sociedad empieza a hacer eco sobre este asunto y se
transforma en algo común y real entre todos, sin interés de investigar en
profundidad la veracidad de lo dicho.
El próximo 8 de abril, el Estado argentino deberá brindar,
en audiencia pública en Washington, explicaciones sobre el cambio a la ley de
medios, a pedido de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos).
El interés de un medio de gran repercusión nacional llevó a
definir la decisión de la CIDH como inaudita e incomprensible. Pero… ¿Por qué
no debería un gobierno justificar su dictamen de modificar una ley que regula
los monopolios mediáticos de un país a través de un decreto que no tuvo paso
por el poder legislativo? Si el común social repite esto, ¿es opinión de todos
o del medio?
La sociedad suele hacer eco de una opinión, transformando la
opinión pública en opinión publicada. El debate se reduce. Todos quedamos a
merced de los intereses de los “dueños” de la información si somos meramente
reproductores de sus afirmaciones.
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