Su pre-candidatura entró para romper el “establishment” del
Partido Republicano de Estados Unidos. Donald Trump, fortalecido por las
victorias en las primarias de tres estados el pasado martes, desconcertó al
sector más conservador de la agrupación política.
Aquellos republicanos tradicionalistas encargados de
mantener el orden establecido, sufren su peor pesadilla ante la creciente ola
de votos que está consiguiendo Trump. Lo más criticado del poderoso empresario
son las polémicas declaraciones contra los inmigrantes.
Entre exposiciones polémicas y controversiales, el político
de 69 años se encamina a ser el candidato del Partido Republicano en las
próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, que se celebrarán el 8 de
noviembre de 2016. Su rival, por parte del Partido Demócrata, será Hillary
Clinton.
Sus ideales se basan en “hacer ganar al país”. Poco le
importan los medios para llegar a ese fin. Parte de la campaña de Donald Trump
consiste en ridiculizar a sus competidores. Por ejemplo, en una actitud de
adolescente rebelde, publicó en su cuenta de Instagram un anuncio de quince segundos con la “respuesta perfecta” de los demócratas ante los yihadistas:
Hillary Clinton ladrando como un perro.
“No seamos un chiste” es, irónicamente, una de sus frases de
campaña.
El Partido Republicano es considerado el más conservador de
Estados Unidos. Trump es un hombre de derecha que, para muchos, incita al
racismo y a la discriminación. Para él, sólo busca lo mejor para su
querida nación.
Sus seguidores consideran al magnate un hombre de palabra,
que se anima a decir lo que otros callan, como temas militares y de
inmigración. Otros, incluso miembros del mismo partido, no pueden entender como
un hombre considerado instigador de la violencia está en carrera para ser el
próximo presidente de Estados Unidos.
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