jueves, 16 de junio de 2016

El impacto de la corrupción

Primero la sorpresa. Después la rabia y la impotencia. Éstos son los sentimientos que suele tener la gente al enterarse de un nuevo caso de corrupción…

¿Sorpresa? Tal vez esta reacción esta propensa a desaparecer, ya que cada vez es más común encontrarnos con funcionarios corruptos cuyos actos ilegales salen a la luz.

El último gran impacto de un acto de corrupción fue el del ex secretario de Obras Públicas del gobierno kirchnerista, José Lopez. Más de ocho millones de dólares, joyas y un arma de alto calibre es lo que escondía el ex funcionario, mano derecha de Julio De Vido, quien fue ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.

“Josecito”, como algunos lo llamaban, se sumó a la lista de figuras políticas corruptas, que la integran aquellos funcionarios acusados ante la justicia de “enriquecimiento ilícito”.

¿Por qué durante los últimos doce años hubo un aumento en los casos de corrupción? Los funcionarios estaban dentro de una burbuja de impunidad. Se creían superiores a todos y la justicia los investigaba poco, por no decir nada.

La cantidad de dinero secuestrada a López es absurda, números desorbitantes. ¡Qué bien le vendría a la población un porcentaje de esa plata!

La corrupción a gran escale rompe los cimientos de una sociedad, aumenta la desconfianza en los políticos, incrementa los deseos de sobrevivir sin importar lo que ocurra con el que está al lado. Mucha gente que se queda atónita con casos de corrupción y los critica, es la primera en intentar sobornar a un policía para salir libre de una multa de tránsito. La corrupción entró en todos los estamentos de la sociedad.

La pregunta central sobre este tema es: ¿hay solución? La respuesta no es una ciencia exacta, se puede debatir sobre ella mucho tiempo. Por el momento, hay que celebrar cada vez que un “Josecito” es descubierto y no queda impune

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